Juchitlan 29, 30 y 31 de agosto
Santuario de Mapethé 5, 6 y 7 de septiembre

Introducción

El Valle del Mezquital se considera parte del altiplano central mexicano y como una prolongación de la cuenca de México a 156 Km. del Distrito Federal. Se encuentra en su mayor parte ubicado en el occidente del estado de Hidalgo.
El origen del nombre de dicho valle proviene del mezquite, planta leguminosa cuyas semillas sirven como alimento para el hombre y para el ganado, goma para pegar, material constructivo  y  material combustible.
Se trata de un entorno compuesto de llanuras áridas con tierras muy erosionadas y con escasas lluvias.

Entre su flora se aprecian mezquites, “pirules” y algunas matas de huizache. Hay sitios donde abunda la maleza y las hierbas comestibles, y otros donde el paisaje es dominado por cactáceas: cardones, garambullos, nopales de tuna, biznagas y magueyes.

Las ciudades importantes de la región son Tula, Actopan  e Ixmiquilpan.
Por lo que al ámbito económico se refiere, nos ubicamos en una zona poco industrializada y con una elevada práctica de la economía de subsistencia.


Historia

Desde el periodo Ticoman hay presencia prehispánica en el Valle del Mezquital. Han pasado por este territorio los Coyotlatelco, los Toltecas y más adelante los Hñähñü (u Otomíes).

Los Hñähñü se integran a una sociedad de alto dominio económico y social. En el período posclásico tardío los mexicas les aplican una alta carga tributaria que les lleva a desarrollar un sistema de vida que les permite cumplir con esa exigencia económica en un medio semidesértico, como es la región del Valle del Mezquital. Como resultado nos encontramos una sociedad que establece dinámicas de aprovechamiento óptimo de los recursos disponibles que les permite subsistir como grupo.


Lengua

Junto con los pames, mazahuas, matlatzincas y los chichimecas-jonaz, integran la familia lingüística otomiana que a su vez forma parte del mencionado tronco otomangue.
La palabra hñahñu se forma de ñä que significa hablar y de hñü que viene de xiñu que quiere decir nariz, entonces hñähñü puede entenderse como los que hablan utilizando más palabras con sonidos que se emiten con la nariz, es decir, una lengua nasalizada. El contacto con otras lenguas como el náhuatl o el español ha provocado su diversificación. Hay documentación de la época de la colonia que indica que existía poesía en esta lengua y mucha tradición musical.

A los hñähñüs se les conoce también como otomíes, término que proviene del náhuatl (otomiti y otomite) que en español significa muy valiente, muy bravo, salvaje. Aunque en el s. XVI se convirtió en signo de desprecio y sinónimo de tonto, torpe y peleonero.


Aspectos actuales

En la actualidad el Valle del Mezquital es una de las regiones más pobres del país, con falta de recursos como el agua, lo que provoca que los cultivos sean irrigados con aguas de desecho provenientes del Valle de México.

Los Hñähñü viven principalmente de la agricultura, el comercio y la artesanía, aunque una de las fuentes más importantes de ingreso económico son las remesas  enviadas por los emigrantes de Estados Unidos.

Las actividades productivas son: ganadería, cacería, pesca, artesanía, alfarería, metalistería, textilería y otras labores pequeñas como jarcería y cordelería. Por lo que a la agricultura se refiere, los productos que cosechan son maíz, fríjol  y legumbres, aunque su producción es muy pobre debido a las características de la tierra. Sus transacciones económicas generalmente se hacen con dinero en efectivo, aunque muchas personas también efectúan el trueque de objetos, como cambiando leña, cal, xithe, pencas de lechuguilla empleadas como escobetillas, hierbas medicinales o semillas entre otros.

En algunos pueblos abundan las artesanías, que han producido por generaciones, principalmente tejidos de fibras duras como el ixtle y el xithe del maguey y la lechuguilla con las que hacen ayates. Con la palma hacen petates, sombreros, juguetes. Con la lana elaboran cobijas, rebozos, bolsas y tapetes. Sin embargo entre los productores y el comprador hay intermediarios, llamados coyotes, que compran los productos a bajo coste y los revenden luego al mercado, provocando así que los artesanos apenas saquen un beneficio económico suficiente.

Aun se usan mucho los vestidos tradicionales por su funcionalidad y como marca de identidad. Los hombres usan sombrero de palma, pantalón de manta atado con cinta bordada, camisa de manta y huarache de llanta. Y
las mujeres faldas bordadas, blusa de manta bordada, queztquémel bordado a mano o en telar, una cinta bordada ceñida a la cintura y huarache de llanta.

La educación que se imparte actualmente en las comunidades Hñähñü es de origen no indígena y general para toda la República. Es un plan de estudios oficial que se enseña en lengua española y su contenido son conocimientos culturales de occidente, aunque existen  programas y escuelas de educación bilingüe en la región, en los cuales se contempla la enseñanza de la lengua materna, es verdad que los contenidos continúan proviniendo de occidente. Este hecho acelera y alimenta el olvido de la lengua y la cultura Hñähñü. Como resultado se pierde el interés por conocer la cosmovisión, el universo y los valores indígenas. Así, miembros de las comunidades Hñähñü han decidido desprenderse de su identidad y de su lengua para asimilar la cultura ajena.

La pobreza económica en que se encuentra la zona provoca la migración, ya sea al Distrito Federal o a EUA. Pero la situación que la mayoría acaba viviendo es la de las desigualdades políticas, sociales, culturales y lingüísticas, la falta de trabajo y dinero, y el tener que vivir temporalmente en completa marginación en el seno de una sociedad compleja que los infravalora y no los acoge. El fenómeno de la emigración es uno de los más importantes en la región del Valle del Mezquital, donde se pueden encontrar comunidades y pueblos con una presencia muy baja de hombres y el abandono de muchas tareas típicas o necesarias de la región. Estos movimientos migratorios conllevan otro cambio en la estructura y ensamblaje de los mecanismos sociales.

En conclusión, podemos extraer que nos hallamos frente a una región que vive inmersa en un ahogamiento tanto económico como cultural. Su identidad se encuentra en situación de riesgo de pérdida, lo cual sería de gran trascendencia, porque se sabe que es la cultura más antigua del Valle de México, por lo que se perdería también, una parte de la identidad de México y de su origen.


Las comunidades del proyecto

Las comunidades escogidas para el proyecto son dos: El Alberto y Santuario de Mapethé, habitadas por descendientes de la cultura Hñähñü. Han sido seleccionadas por su organización y por su gran representabilidad de las características de la zona.

El Alberto es una comunidad que aún mantiene gran parte de su trabajo con el maguey y la elaboración de productos derivados de él como el pulque y la  cestería. Santuario de Mapethé tiene tradición en productos derivados de las ovejas como la barbacoa, los tapetes y otros productos creados a partir de la lana. Son comunidades que, aunque tengan tradición en estos campos tan fuertes para la identidad, no sólo de la región, sino de todo México, están inmersas en un proceso de desaparición de todos éstos conocimientos ancestrales. En Santuario ya sólo quedan dos artesanos que tejen con telar iraní.

En el caso de El Alberto se trabaja con el maguey pulquero y sus derivados. De este maguey se aprovechan las fibras de las pencas para hacer el ayate (lienzo usado para llevar carga en temporadas de cosecha de maíz) y como material de construcción de techos. Las púas de la penca son usadas aún como agujas para coser los ayates. En algún momento fueron empleadas en sacrificios para las divinidades prehispánicas. Del centro del corazón del maguey se extrae el jugo (aguamiel) que se deja fermentar, obteniéndose así el pulque, bebida alcohólica (2-7º) con alto valor nutritivo. Actualmente existe en esta comunidad una cooperativa de mujeres llamada Ya munts’i b’ehña (Mujeres reunidas) que trabaja los productos del maguey, sobre todo el xithe –fibra con la cual fabrican estropajo- y al mismo tiempo hay pobladores que se dedican a la elaboración del pulque.

En Santuario de Mapethé la tradición artesanal es textil, aunque está en riesgo de extinción, porque como se dijo anteriormente, solo quedan dos artesanos que tejen. Durante los años 70 se creó una cooperativa dedicada a la fabricación y venta de tapetes de tipo persa, puesto que se tejían con telar iraní, y sus clientes eran grandes empresas nacionales. Pero con la crisis de 1994 quebró y hasta hoy no volvió a surgir, más bien al contrario, su tendencia es la desaparición. Esta comunidad también tiene una arraigada tradición: la barbacoa, muy famosa en toda la República.