Entre su flora se aprecian mezquites, “pirules” y algunas matas de huizache. Hay sitios donde abunda la maleza y las hierbas comestibles, y otros donde el paisaje es dominado por cactáceas: cardones, garambullos, nopales de tuna, biznagas y magueyes.
Las ciudades importantes de la región son Tula, Actopan e Ixmiquilpan.
Por lo que al ámbito económico se refiere, nos ubicamos en una zona poco industrializada y con una elevada práctica de la economía de subsistencia.
Los Hñähñü se integran a una sociedad de alto dominio económico y social. En el período posclásico tardío los mexicas les aplican una alta carga tributaria que les lleva a desarrollar un sistema de vida que les permite cumplir con esa exigencia económica en un medio semidesértico, como es la región del Valle del Mezquital. Como resultado nos encontramos una sociedad que establece dinámicas de aprovechamiento óptimo de los recursos disponibles que les permite subsistir como grupo.
A los hñähñüs se les conoce también como otomíes, término que proviene del náhuatl (otomiti y otomite) que en español significa muy valiente, muy bravo, salvaje. Aunque en el s. XVI se convirtió en signo de desprecio y sinónimo de tonto, torpe y peleonero.
Los Hñähñü viven principalmente de la agricultura, el comercio y la artesanía, aunque una de las fuentes más importantes de ingreso económico son las remesas enviadas por los emigrantes de Estados Unidos.
Las actividades productivas son: ganadería, cacería, pesca, artesanía, alfarería, metalistería, textilería y otras labores pequeñas como jarcería y cordelería. Por lo que a la agricultura se refiere, los productos que cosechan son maíz, fríjol y legumbres, aunque su producción es muy pobre debido a las características de la tierra. Sus transacciones económicas generalmente se hacen con dinero en efectivo, aunque muchas personas también efectúan el trueque de objetos, como cambiando leña, cal, xithe, pencas de lechuguilla empleadas como escobetillas, hierbas medicinales o semillas entre otros.
En algunos pueblos abundan las artesanías, que han producido por generaciones, principalmente tejidos de fibras duras como el ixtle y el xithe del maguey y la lechuguilla con las que hacen ayates. Con la palma hacen petates, sombreros, juguetes. Con la lana elaboran cobijas, rebozos, bolsas y tapetes. Sin embargo entre los productores y el comprador hay intermediarios, llamados coyotes, que compran los productos a bajo coste y los revenden luego al mercado, provocando así que los artesanos apenas saquen un beneficio económico suficiente.
Aun se usan mucho los vestidos tradicionales por su funcionalidad y como marca de identidad. Los hombres usan sombrero de palma, pantalón de manta atado con cinta bordada, camisa de manta y huarache de llanta. Y
las mujeres faldas bordadas, blusa de manta bordada, queztquémel bordado a mano o en telar, una cinta bordada ceñida a la cintura y huarache de llanta.
La educación que se imparte actualmente en las comunidades Hñähñü es de origen no indígena y general para toda la República. Es un plan de estudios oficial que se enseña en lengua española y su contenido son conocimientos culturales de occidente, aunque existen programas y escuelas de educación bilingüe en la región, en los cuales se contempla la enseñanza de la lengua materna, es verdad que los contenidos continúan proviniendo de occidente. Este hecho acelera y alimenta el olvido de la lengua y la cultura Hñähñü. Como resultado se pierde el interés por conocer la cosmovisión, el universo y los valores indígenas. Así, miembros de las comunidades Hñähñü han decidido desprenderse de su identidad y de su lengua para asimilar la cultura ajena.
La pobreza económica en que se encuentra la zona provoca la migración, ya sea al Distrito Federal o a EUA. Pero la situación que la mayoría acaba viviendo es la de las desigualdades políticas, sociales, culturales y lingüísticas, la falta de trabajo y dinero, y el tener que vivir temporalmente en completa marginación en el seno de una sociedad compleja que los infravalora y no los acoge. El fenómeno de la emigración es uno de los más importantes en la región del Valle del Mezquital, donde se pueden encontrar comunidades y pueblos con una presencia muy baja de hombres y el abandono de muchas tareas típicas o necesarias de la región. Estos movimientos migratorios conllevan otro cambio en la estructura y ensamblaje de los mecanismos sociales.
En conclusión, podemos extraer que nos hallamos frente a una región que vive inmersa en un ahogamiento tanto económico como cultural. Su identidad se encuentra en situación de riesgo de pérdida, lo cual sería de gran trascendencia, porque se sabe que es la cultura más antigua del Valle de México, por lo que se perdería también, una parte de la identidad de México y de su origen.